Es una pregunta que muchos jóvenes de hoy en día nos
hacemos: ¿Por qué debo yo respetar las normas del Estado en el que vivo, si no
las he votado, no me gustan, no me representan y yo no he sido partícipe de su
implantación en la sociedad en la que vivo? ¿Por qué no puedo expresar mi
opinión, ni siquiera en los temas que me afectan, como mi educación?
Por una parte, si bien es cierto que estas normas no han
sido elegidas ni votadas por nosotros, debemos respetarlas por el bien común de
la sociedad en la que vivimos. Las normas y las reglas existen para el buen
funcionamiento de algo, en este caso, de nuestro país. Es cierto que con muchas
no estaremos de acuerdo, pero tenemos que comprender que muchas de ellas son
principios básicos para que no surjan conflictos.
Ahora bien, ¿debo respetar aquellas normas que atentan
contra mis derechos como persona, como ciudadano, o como humano? Yo creo que
no. ¿Por qué debo respetar una norma que me impide dar mi opinión sobre un
tema, que no me deja manifestarme en la calle si mi postura es contraria a la
que el gobierno quiere que tenga, por qué un policía puede tener derecho a
arrestarme aunque yo esté manifestándome de manera pacífica? ¿Por qué quieren
que los que pensamos diferente no hablemos? En mi opinión, creo que prohibir
derechos básicos como la libertad de expresión, asociación u opinión es
recortar todas las libertades que tiene una persona como ser humano. Creo
profundamente que es un error tratar de encuadrar a todos los ciudadanos bajo
un mismo ideal. Es cierto que las diferentes ideas en una misma sociedad pueden
crear conflictos entre las personas, pero también es cierto que la diferencia
hace la riqueza. Si todos tuviéramos una misma idea, ¿dónde quedarían los
debates, el compartir ideas, el enriquecernos de la sabiduría de los demás? Perderíamos
(y de hecho, creo que estamos perdiendo) muchas de estas cosas. Pienso como mi
amigo, mi familia, mi llamémoslo X, para encajar, para que no me dejen de lado,
para no ser “el rarito”. ¿Pero por qué haces eso? ¡Ser diferente no está tan
mal!
Por lo tanto, y en conclusión, creo que las personas sólo
tenemos la obligación de cumplir todas aquellas normas fijadas por el bien común,
lo que todos, o la gran mayoría entendemos por bien común (funcionamiento del
país, tráfico, seguridad ciudadana, etc) y no lo que el gobierno puede entender
por bien común. En mi opinión, su bien común se traduce como miedo a la
divergencia de los ciudadanos. Miedo a que no todos seamos iguales. Miedo a que
haya opiniones contrarias que puedan desbancar todo el poder que creen tener.
¿Acaso no saben que la base de su poder es el pueblo? ¿Qué pasaría si todos nos
retiráramos de la base? Caerían, muy posiblemente caerían todos.
Reflexión presentada el día 22 de mayo de 2015.
Reflexión presentada el día 22 de mayo de 2015.
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